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lunes, 21 de febrero de 2011

Amanece, que no es poco...


¿ Quién cura las heridas del alma? ¿Cuanto tardan en cicatrizar?

La vida en su camino, nos va interponiendo distinta clase de golpes, sacudones, bofetadas….algunos con el fin de advertirnos, otros para despertarnos, y de los más difíciles  no se sabe bien por qué llegaron, pero dejan sus peores secuelas.
Encomendamos algunos de nuestros pensamientos sin sentido, al simple, y complejo a la vez, cuestionamiento de las injusticia que posee la vida, sus ingratas sorpresas, su fortuitos golpes. Y son aquellas preguntas, las que nunca tienen respuesta, pero que creemos inocentemente poder encontrarla, reemplazandola por el escueto “por algo será”. Quizás de esa manera la cabeza vuelva a su lugar, regocijándose de una justificación, tal vez absurda, tal vez vacía, pero una justificación al fin.

Cada día le asignamos exagerada importancia a las pequeñas caídas, los pequeños raspones, y no es sino hasta que el verdadero puñal se siente en el pecho, hasta que el mundo se derrumba a nuestros pies, donde reconocemos que todo lo que pudiera haber pasado anteriormente es una nimiedad al lado de tal herida. Hablo de esas heridas que cuando ocurren,  los dolores emocionales se logran sentir físicamente, estrujándose el corazón, sintiendo una debilidad sinigual, que se comienzan a canalizar a través de lagrimas que caen de a montones, empañando nuestra vista y permitiéndonos así entender engañosamente que todo se perdió, que seguir caminando carece de sentido, que ya no hay horizonte para apreciar ni camino para descubrir.  Es a partir de ese momento donde pueden surgir dos desenlaces: la simple y tal vez cobarde reclusión en uno mismo, con firme decisión de aletargar el tiempo y la propia vida, o el seguir  a pesar de todo, tomar fuerzas de donde no haya y mirar hacia adelante, convencerse de que pronto algo surgirá, de que nadie va a ir a golpear tu puerta para sacarte de esa oscuridad si vos mismo no te comprometes a encender una luz. Claro que esta segunda opción sea quizás la más difícil, el camino más largo, la que necesita de mayor valentía, pero es, a su vez la que permite descubrir quién sos verdaderamente, cuánto vales y a dónde querés llegar.

Ojalá pudiéramos nacer con un manual bajo el brazo que nos anticipara a los errores, fracasos y dolores, y que a su vez nos indicara cómo actuar ante cada situación, cuantas lágrimas derramar, cuantas sonrisas ahorrar, cuantas palabras callar. Pero si así fuera, la vida no sería vida, o no tendría la misma calidad, la misma grandeza, el mismo sentido de aventura excitante e infierno simultáneos. No nos permitiría asombrarnos, ni sentir el vértigo de perder.  Es por esto que, si bien no nacemos con este manual, creo que sí nacemos con cartas bajo el brazo que vamos poniendo sobre la mesa a lo largo de nuestra vida, en momentos de manera azarosa y en otros con toda la lógica posible.
Pero a su vez con el “por algo será”, me confió de que hay un “destino”, no en su forma estructurada y lineal de sentir que estamos determinados, sino en el sentido de que hay algo “raro” ya escrito para nosotros, ya designado, una especie de punto culmine en cada faceta que desplegamos. No sé si esta creencia sea una necesidad, si sé que lo inexplicable podría encerrarse tranquilamente en esa simple palabra “DESTINO”. Porque no se puede negar que no causamos todo lo que nos pasa, que existe una fuerza extraña, que hay momentos en que aunque uno quiera seguir otra senda “algo” lo reubica en su camino, algo vuelve a unir caminos que se habían bifurcado y no prometían juntarse.

De una manera u otra, sabiendo que nunca vamos a encontrar una verdad absoluta, solo podemos plantear suposiciones, lo importante es  enfocar nuestra cabeza en que, a pesar de cada traba, de cada obstáculo que creemos insuperable, de cada caída que nos impide levantarnos, SIEMPRE hay algo más por vivir, algo mas por soñar, por planificar, por perseguir, alguien más a quien conocer, tu vida depende tan solo de tu fortaleza, de tu valentía, de los huevos que le pongas a cada día, de las sonrisas que quieras disfrutar, y de los umbrales que te planteas cruzar…….Lo que no te mata te fortalece dicen…….No sientas las heridas de tu corazón, mirá la experiencia que adquirió al curtirse. Permitite tropezarte, no caerte, y no creas que ese dolor es un palo en la rueda, porque en realidad es un impulso en el carro.

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